La insuficiencia venosa crónica, también conocida como varices o venas varicosas, son venas hinchadas a causa de una acumulación anormal de sangre debido a la debilidad, a menudo heredada, en las paredes y válvulas de las venas superficiales. Esto hace que las venas se ensanchen y se dilaten, de manera que la sangre se acumula fácilmente cuando una persona permanece de pie durante mucho tiempo.
Cuando la vena se dilata no cumple su función. Éstas se encargan de realizar el retorno sanguíneo al corazón y eso implica que el flujo tenga que ir contra la gravedad: desde el pie hacia el corazón. Las venas tienen unas válvulas que impiden el retorno de ese flujo sanguíneo hacia el pie y facilitan la subida. Sin embargo, si la vena está dilatada, las válvulas no cumplen su función y el flujo se invierte, lo cual provoca que aumente la dilatación y se produzcan problemas como edemas, hinchazón de la pierna o, en fases más avanzadas, úlceras o flebitis (trombosis de una variz), entre otras.
Entre las principales causas de la aparición de varices destacan dos.
En primer lugar, y si se trata de varices primarias, están las válvulas congénitamente defectuosas. Las válvulas son responsables de hacer circular la sangre hacia el corazón, por lo que si no funcionan correctamente la sangre se acumula en la vena provocando su hinchazón.
En segundo lugar, la tromboflebitis (inflamación de las venas) provoca el mismo efecto. En este caso, son trombos, o lo que es lo mismo, coágulos, los que dificultan la circulación. Esta situación puede darse, por ejemplo, tras prolongados periodos de reposo en cama.
Las manifestaciones clínicas más comunes son:
Pesadez de piernas.
Aparición de varices con venas visibles.
Edema.
Hinchazón.
Aparición de dolor.
Calambres.
Sensación de acorchamiento.
En fases más más avanzadas de la enfermedad pueden aparecer úlceras venosas, dermatitis ocre (oscurecimiento de la piel), o el sangrado en varices complicadas.
En la actualidad no existe ninguna medida que ayude a prevenir la aparición de las varices.
No obstante, un estilo de vida saludable, realizar ejercicio físico, evitar el sobrepeso, la obesidad y el sedentarismo contribuyen a que, si una persona tiene riesgo de desarrollar varices, éstas estén más controladas.
Existen diferentes formas de clasificar las varices. La principal, a nivel médico, es la clasificación CEAP, que establece una graduación de las varices en función de la presentación clínica, de la etiología, de la anatomía de la vena y de la patofisiología de la misma.
A nivel general indica que se pueden establecer dos tipos:
Varices superficiales: Es el tipo más frecuente. Conocidas como telangiectasias o arañas vasculares son varices de pequeño tamaño, muy visibles, que suelen causar preocupación. “Este tipo no suele tener mayor significación patológica y suele ser un problema principalmente estético, no suele provocar problemas en la piel de oscurecimiento o de dermatitis, ulceraciones o flebitis”..
Varices tronculares: Pueden presentar diferentes grados de dilatación y son las varices propiamente dichas: venas dilatadas y que pueden ser más o menos visibles.
Contamos con tecnología médica de punta para tratamientos de remoción de varices.
Gracias por compartir www.dralfonsocardenas.com